Monólogo azul


Enfrento el riesgo de manipular este sueño extemporáneo. Este riesgo de gotas que salpican y conmueven; afligen y liberan. Las piernas reclinadas resudan al lado del ánimo, que pedalea entre límites con adrenalina cataléptica y serotonina atrofiada.

Los brazos permanecen en señal de vuelo; cual pendones de un espacio colmado de aires, mientras los dedos responden a un impulso eléctrico del vientre y se irradian a la cara marchita.

Comienza un festín de pulgares e índices; se apartan las gotas que salpican y conmueven; afligen y liberan. Los ojos abren sus alas, y son un par de corazones enamorados por vez primera; con esa inanición desesperada de quien se bautiza desde el suelo.

En elegante vuelo, las palabras del viento alcanzan mi tamaño y le quedan a los colores que estrena el cielo en esta primera mañana del año. Consuela que un techo de azul mejorado; destellante y profundo acompañe esta silla, mis
temores, la nobleza y aquellos anhelos que me conversan.

Interrogo a ese azul hasta degradarlo; logro que toque mi punto de la paleta, consigo que se confunda entre mis tonalidades internas. Esta soledad de año nuevo muta en espectro y se le entrega al azul del cielo; a mi azul de adentro; al azul de las gotas que salpican y conmueven; afligen y liberan.

(Escrito el 1 de enero de 2004)

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