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Mostrando entradas de junio, 2010

Ruego

Señor: ¿Si dejo que el sol me atraviese hasta hacerme translúcida? ¿Si dejo de mirar la luna Y le cedo mi puesto a un anciano? ¿Si estrello mis huesos contra el dolor Y quiebro mis uñas a ras de piel? Si todo eso ¿Me dejas unirme a él en el cielo?

Soledad

Satélite eres En esta isla de poesía exiliada Donde el tiempo me consume Tan lento como no quisiera

Resignación

La vida sigue por encima de todo. La vida sigue a pesar de tí. Nadie puede morir genuinamente de dolor como lo aspira. Ni en esas noches donde arrullamos el duelo y lo elevamos a un grado tal que parece consumir todas las funciones vitales. No se logra nada con tu rendición sobre la almohada. Tus lágrimas no son el catalizador suficiente para diluir el espíritu hasta su último momento. La vida sigue arrastrando todas tus cargas, junto a tu alma. Hasta que la ingrata sorpresa de vivir se disfraza como rayo del amanecer. Es saliva caliente desparramada por tu cara; ensordecedor latido matutino; sienes brotando a reventar. La obligación que se impone como rutina. La vida sigue y con ella los días, meses, años. Como luz, algún momento feliz descansará el montaje de tus noches de muerte. Pero su misma fugacidad hará que retorne el monstruo a sus raíces. Y retomarás esas noches, donde el sueño de morir es la única meta de vida. Volverán tus ahogados ojos a engañarte y creerás que has asfix

Inventario

Si te fuiste, llévate al menos esta Luna. Guárdala en tu saco de eternidades, tómala de la mano con esa firmeza tuya Hazle sentir, como a mí, que ese es el único lugar seguro. Que no me afecten más: Ni ella, ni el cielo. Todo lo que te puede ver ahora es mi enemigo. Arranca también este olor de la noche Para que no crujan las sienes Los susurros de la noche Y entonces así respire La tibiedad de la noche Y de pronto, poder pensar Embalsama este dolor Arráncalo, conmigo Conmigo.

Partida

No tengo cómo empezar. Aunque pudiese escoger entre muchos recuerdos. No sé muy bien que deba escribir acá. De tí. De mí. De nosotros. Nuestra unión. La sincronía de la vida que nos juntó. La desafortunada jugada que te sacó de este espacio donde respiramos aire para vivir. Y es que me dueles. Bonito. Como más duelen las cosas. Me dueles bonito, como duele la gente cuando se le termina la misión de vida de hacerte feliz durante su breve paso por la tierra. Me dueles bonito. Me dueles como un cuerpo sabiendo que te llevaste su mejor parte. Me dueles como los besos que no encontrarán un mejor compañero. Me dueles como la piel que se desembocó en tus espacios, como la piel que sólo tu conociste de esa manera. Me dueles como la complicidad de la carne, los secretos de la entrega. Me dueles como el hombre que redescubrió a la mujer y la arrimó de nuevo a existir. Me dueles como el hombre que resignificó todos mis conceptos. Me dueles como la mejor aventura vivida. Me duele imaginar tu cuerp

Invisible

La ciudad, un vómito Amasijo desechado de olores   Salados y amargos  son sus venas   La ciudad me mira desde su ignorancia Advierte las diferencias que nos acercan:   Riño con el ánimo fétido ella danza con su fetidez   Huyo de las mirada compasivas Ella persigue a quien se esconde   Juego con mis invisibles ella se hace notar   La ciudad es un pequeño mundo qué mal huele mal cobija mal respira   Dentro de mi mundo que cesa repetidamente  olfatos abrazos aire   La ciudad me delata