Esperando la voz de play


(La máquina sin signos de interrogación de apertura, no es una intención literaria, ni una patada al Castellano. Bello no llores sangre, que los grandes escriben con ella)

Cuántas personas andan por allí aterrizando en situaciones sin cuerpo o cuerpos sin situaciones? Apostándole a un juego legal, clave, que no debe ser suspendido por lluvia, pero que depende de la fortaleza de una lona que proteja al terreno de la descomposición. Pero, más aún y peor, del ánimo humano, más inatrapable que los hits, más incontenible que los cúmulolimbos.

Cuántas personas se identifican con un equipo que se resiste a guardar los guantes hasta el otro día, porque resulta que ese es allí o nunca, un club que no le importará enterrar los uniformes ni imaginarse la raya de cal, porque más doloroso que perder (y vaya que conocen ese mecanismo de la pérdida) es hacerlo sin tener opción a la desesperanza del out 27? Cuántas personas han hecho como el pelotero que cruza cuchillo y tenedor detrás de la puerta de un dogout para que los metales interfieran en la danza de la lluvia, o retira sus caretas y guantines para persignarse y que San Isidro Labrador escuche su ruego de casi eliminados?

Cuántas personas esperan el visto bueno de un umpire que decida, en el receso de las gotas, lo que debe continuar o si es momento de decretar el "suspendido". Cuántas no quisieran que el umpire tuviese menos flojera, y el equipo ganador y sobrado más ímpetu para ganar en el diamante como los hombres, y el público más paciencia como para reclamar pelota y espectáculo?

Cuántas personas no quisieran mejor saber de antemano, antes de que les pongan la crucecita en la tabla clasificatoria, si el equipo estará eliminado al final de la temporada?Si tiene sentido alguno seguir peleando out por out, inning por inning, si jugarse el físico en un outfield será recompensado, si la labor inmaculada del abridor en el juego decisivo es un espejismo, si ese partido definitivo y cerradito se definirá en el noveno con un jonrón solitario y con una eliminación dramática?Cuántas aún en ese desolador escenario, prefieren seguir apostando a los ángeles en el terreno, porque el béisbol es chiquito, pegadito y a la vez tan inmenso y democrático, como las mejores cosas de la vida?

Cuántas personas anhelarían consolarse con la máxima del "juego no se acaba hasta que se acaba"? Cuántas personas no quieren jugar, al menos para poncharse, al menos para perder, al menos para decir que tuvieron una temporada desastrosa, pero que jugaron? Cuántas también creen que los perdidos a cuestas no pueden interrumpir el camino de las derrotas por venir, y de una que otra victoria gloriosa?

Cuántas, como yo, esperan en este momento que le lancen la primera bola y la voz de Playball?

Foto: El Berra, autor de la frase entrecomillada. Él siempre creyó que lo mejor era jugar, sin importar el resultado.

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