Lenguaje
Después de esa madrugada de pétalos danzantes, también llovió.Como en ésta.Al fragor de la copa de vinos que nos terminamos sobre los cuerpos y la complicidad de lo prohibido vivido a plenitud. Hubo dos cuerpos, pero una entrega absoluta, uniforme. Una sincronía en la que no medió tiempo de conocimiento, ni grado de afinidad predeterminado: esa afinidad tuvo definición en la misma delicia que planteó lo intersubjetivo. La lluvia se acostó conmigo en esas primeras horas, cuando la embriaguez de nuestro festín particular me impidió invertirle horas al sueño. Tenía que escribirte, escribirnos,;como si de eso dependiera el ciclo de los mares, el movimiento de rotación y la necesaria inclinación del eje terrestre, para que la luz no nos derritiese y el hielo no penetrase los calzones. Había la necesidad de dejar constancia por escrito del último segundo juntos. Decirle al mortal que me sucedería esa noche, o 12500 noches después, que estuve contigo, estuviste conmigo,estuvimos. Porque a fin