Conteo regresivo a las 30 patadas alrededor del Sol. Un lugar feliz: Los Médanos de Coro




Allí están mis luces. Mis sombras. Muchas. Como dice la canción. "Bajo el claro de la luna, sobre las tibias arenas" están acurrucados buena parte de los mejores momentos de mi vida.
La alegría de ser chamita, la felicidad de tomarme de la mano con esa libertad coartada por una ciudad y sus peligros...
La despreocupación de "entierrarme" hasta que me picase la cabeza, los oídos y la ropa quedase inservible...
Las volteretas arena abajo. Una estrella choreta y las paradas de manos que se daban perfectamente allí y no sobre la colchoneta de gimnasia...
La magia de escribir mi nombre en la Tierra como para que lo vieran del cielo...
La premura de posarle a las cámaras antes de que se nos volteara el Sol y organizar a los primos para ahorrar las 24 fotos del rollo...
Creer que si me adentraba podía hallar un oasis y cinco camellos, o llegar a Aruba...
Aquel atardecer del eclipse solar de febrero de 1998. Inenarrable. Ese sol generoso encendiendo las nubes y la certeza de que la sincronía de la naturaleza es sencillamente, inigualable. Un mar de Tierra con un techo único...
 El recuerdo del primer amor, paseo grupal nocturno (cuando ya me sentía señorita y era feliz saliendo de noche) con sus ojos negros mirándome de reojo, una sonrisa abierta y los repiques del cuerpo debutando. Coleccionando esas primeras miradas de amor, de esos ojos, negrísimos los suyos (oyendo claramente ese concierto de besos, del mar que, con su oleaje, venía a la playa a besar)

Las cocadas bajando. El museo de las serpientes, las casitas coloniales en donde te sentías gigante escalando techos y ventanas...
El paseo en Arturo por todo el monumento de la Madre, bailando y flirteando con los muchachitos que iban a pie...
Birras de Año Nuevo antes de que las pistolas, tiros y afines jodieran la sana convivencia de esa bello lugar...

Los paseos a la playa. Detenerse a mitad de camino por la Coro Punto Fijo para llevar a la visita a conocer tu paraíso. Entender que no entiendan que hay más grandeza de la que pueden percibir subiendo cuatro torres de arena.Que los Médanos no se acaban, que son infinitos en la memoria como en los kilómetros y que no encontrarán otra brisa tan sublime como esa, que te golpea con toquecitos de tierra para recordarte que vivir tiene algún tipo de sentido

Cielos, cielos,  muchas lunas distintas, creciendo, menguando, llenándose. Y las estrellas que tan elegantemente se muestran en ese occidental panorama...

Noches de despedida, cuadrando con los primos la próxima visita, con el corazón metido en una maleta y la inminencia de volver al caos que amas, pero del que también deseas escapar, sabiendo perfectamente que no habrá mejor lugar que Coro y todo lo que tiene de ti. Y lo que siempre tendrá.

Los cujies lloran de dolor
en mi vida mustia de esperar,
las caricias de un lejano amor,
que ha dejado mi peregrinar

(Sombra en Los Médanos)




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