No lugar

El cielo no es un lugar, ni un espacio. No se puede medir con unidades de dimensión, o longitud. Si acaso, con las de tiempo.

El cielo es un momento. Parpadeo. Cambio de switch.

A cada día, su cielo. Las noches exhiben otro distinto. Curiosamente, al cielo deben sus nombres.

Cada país tiene en apariencia, un cielo. Millones de ciudadanos cobijados por un manto azul que cobra cuerpo en esas miradas encharcadas. Se multiplican los cielos: Hay tantos cielos como dolores, sonrisas y oscilaciones de la escala emocional haya. Y puede no haber nunca cielo.

En ocasiones, es maleable; con él juegas, te lo bebes. Algunas manos ajenas te lo acercan. Y aunque en él se destinan las mejores celebraciones, lo conoces pocas veces con las mejores ropas. Casi siempre, lo haces sin ellas.

Pero cuando es el cielo quien decide jugar, duele. Se esconde y no puedes hallar a un "no lugar". Se muda el cielo y con él, los pedazos de tu carne, ensartados.Como tiempo que es, no se regresa. Mensajes al despeñadero porque te comunicas con el viento.

El cielo te pide tiempo. Y tú le pides un lugar. Dale tiempo al cielo. A lo mejor se cruzan en una próxima intersección de la vida.

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