Lección 1

Si mi corazón fuese un cuaderno no sería doble línea, porque en la vida se me ha ido perdiendo el pulso como para escribir en cursivo sin salirme de los límites. Ya mis t no suben auténticamente, ni mis f descienden con voluntario encanto; las ìes naufragan en una tormenta sin puntos...No soy digna de seguir llevando caligrafías en los avatares que van crucificando letras.

Tampoco podría ser un cuaderno de línea completa. Me pesa la pluma, como la mano, acaso porque hay extensiones de peso que van aterrizando y se aguarapan todas allí, justo donde deberían acudir las fortunas para sacarle punta a un lápiz desgastado por mordeduras. No me des tanta hoja, perdería más de la restada fuerza en esa incontinencia de las letras incapaces de llenar una página.

SI fuese un block de dibujo, la titánica tarea de perseguir colores precisos para definir emociones qué difícilmente logro resumir en el pecho descartaría el planteamiento ¿Cómo pintas los dolores, si ellos son en la medida en que hay sombra, en la medida en que se desvanecen las formas?¿Se puede hablar de luz sin el ojo que la perciba, del ruido sin el oído que lo procese?

Tendría que ser un cuaderno cuadriculado, para que mi poquito de racionalismo delimite los espacios. Y pueda marcar con cruces los recuadros intervenidos, aquellos sacrificados, esos que se han desgastado y principalmente, los que tienen un sabor tuyo. Tus olores.Tus manos y la lengua con las que las formas cobraban vida. Me gusta la idea de poder encerrarte allí, de tener un registro numérico de todas las cosas tuyas que no puedo dejar atrás porque son atemporales pero a la vez, me constituyen. Tenerte ahí a la vuelta de un respiro, a la prisa de un latido. Tenerte ahí con la certeza de lo que un día le dije a él: El corazón se entrega íntegro, pero te lo van devolviendo para que elijas los retazos de intervención indefinida.

Hay partes del corazón que se dan una sola vez. Vacíos que no debes pretender llenar porque alterarías la lógica. Porque son ese cuadrito que después de usado con tinta china, no puedes erradicar de tu cuaderno. Son las tareas que te presentó la vida con la fecha como membrete, y apiñarás en un baúl para volver a ellas cada vez que sea necesario. Y aunque puedas dar vuelta a la hoja, ese corazón tuyo que es un cuaderno es irrompible como irrompibles son las marcas de su historia. Hay cuadritos inutilizables, marcas irremplazables, personas inolvidables.

Yo nunca podré olvidarte. Esa es mi afirmación de aniversario. Ahora, nuestros cuadritos me duelen porque aspiraba poder llenar más de ellos, juntos como pudimos estarlo en esta vida que nos presentó la fugacidad como requisito de encuentro. Pero no pretenderé borrarlos. Las cruces, las equis. Los colores que llenaron. La vida que representaron. No se desvanecerán. No arrugaré la hoja, no romperé esa página y cuando me toque darle vuelta, volveré a repasarte. SI de pruebas se trata, volveré a mi más grande lección.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ofrenda

Reflejo

Sunset