Run to you
Algunas veces queremos correr. Y la carrera contra nosotros mismos, la huída de nuestras debilidades, es la tarea más cuesta arriba que tenemos que enfrentar. Pero algunos deben medirse con mayor resistencia a esos huecos en el alma que sólo podemos plenar con nosotros mismos. Que nada es tan suficientemente poderoso en el ámbito exterior como para colmarlos. Algunos tienen que experimentar cómo su probabilidad nata de supervivencia cuelga de la mano de vaivenes bioquímicos.No es un asunto grato pender del hilo de las emociones que se desbordan.
Comprender la dimensión de las adicciones o de cualquiera de los laberintos que atravesamos con la vivencia de una condición mental sólo puede lograrse a cabalidad, probablemente,en el interior de su experiencia. Bien en tacones propios, o en zapatos cercanos. Más allá de la solidaridad automática, o del juicio que inmediatamente nos lleva a comparar entre quienes logran sobreponerse toda una vida a este tipo de padecimientos con aquellos que se doblegan y se extinguen detrás de sus sombras, hoy quiero invocar esa noción de querer correr. Una noción compartida y denominador común en muchas de las especies que habitan la Tierra. Para cazar, para huir, para comer, para acercarnos a lo que queremos. Correr. Correr para nosotros mismos, correr por nosotros mismos. Correr para alejarnos, incluso, de nosotros mismos. Correr, muchas veces, para vivir; para aferrarnos a la última gota de rocío de vida que se desliza por la hoja marchita. Correr para perseguir, probablemente, en otra dimensión, esa paz que se nos hizo esquiva en plena consciencia. Correr con las alas de la libertad. Plantar la bandera en la cima de esa cumbre donde habrá finalmente un descanso.
Whitney, espero que ese lugar adonde corriste, te reciba con brazos generosos. Que te puedas abrazar, que te puedas confortar, que puedas encontrar ese remanso de descanso con tu voz como banda sonora. Que puedas correr hacia tí, finalmente, y jamás intentar huir de ti.
(Forever Whitney 1963/2012)
Comprender la dimensión de las adicciones o de cualquiera de los laberintos que atravesamos con la vivencia de una condición mental sólo puede lograrse a cabalidad, probablemente,en el interior de su experiencia. Bien en tacones propios, o en zapatos cercanos. Más allá de la solidaridad automática, o del juicio que inmediatamente nos lleva a comparar entre quienes logran sobreponerse toda una vida a este tipo de padecimientos con aquellos que se doblegan y se extinguen detrás de sus sombras, hoy quiero invocar esa noción de querer correr. Una noción compartida y denominador común en muchas de las especies que habitan la Tierra. Para cazar, para huir, para comer, para acercarnos a lo que queremos. Correr. Correr para nosotros mismos, correr por nosotros mismos. Correr para alejarnos, incluso, de nosotros mismos. Correr, muchas veces, para vivir; para aferrarnos a la última gota de rocío de vida que se desliza por la hoja marchita. Correr para perseguir, probablemente, en otra dimensión, esa paz que se nos hizo esquiva en plena consciencia. Correr con las alas de la libertad. Plantar la bandera en la cima de esa cumbre donde habrá finalmente un descanso.
Whitney, espero que ese lugar adonde corriste, te reciba con brazos generosos. Que te puedas abrazar, que te puedas confortar, que puedas encontrar ese remanso de descanso con tu voz como banda sonora. Que puedas correr hacia tí, finalmente, y jamás intentar huir de ti.
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