Everybody's Changing

No soy igual que ayer. Y ya  soy tan distinta a mañana.
La autora 


Lo más estable que tenemos en el tiempo es la posibilidad de cambiar. De hacernos versiones distintas de nosotros mismos con cada ocaso del día. Mejores o peores, es relativo. Y ni siquiera vale la pena detener a valorarnos, a cuestionarnos si lo que fuimos tiene más o menos de nuestra esencia: Tiempo que pasa, verdad que huye. Simplemente, nos vamos haciendo distintos. Somos otros ánimos, otras motivaciones, otras preocupaciones. Destapamos otros frascos, cerramos algunos ductos de aire. Somos otros, y la suma de todos ellos, es lo que nos define. Debemos incluir, pues, a todos esos pedazos de nosotros que van en implosión cotidiana. Todos ellos son un parche en el collage de nuestra historia. Somos, a veces, males necesarios dentro de nuestro cuento.

 Asumir esa tendencia inexorable del cambio es una posibilidad para sobrevivir (nos) de mejor forma. Aceptarnos, entendernos y adaptarnos a una realidad que cambia con nosotros. Nos coloca, también, en la posición de virar el timón de las perspectivas para acometer lo necesario. Que también, es relativo: lo necesario de hoy, lo urgente de una jornada, no tendrá la misma significación quizás en la próxima. Esta posición nos arrima a la simpleza de disfrutar el presente, disfrutar el "yo" de este día que amanece, sin obviar, por supuesto, el hilo conductor de los asuntos que se fraguan lentamente. Con la idea rotulada en neón de que cada día tiene su sueño, su angustia, su luz, su dificultad y, también, sus salidas.Entonces, a preocuparse por lo que toca en este día, y a balancear al final de la jornada qué me trajo de distinto y cómo he cambiado respecto al anterior.

Por eso no pongo plazos, no defino tiempos. Cada día nos alejamos kilómetros del sol. Asistimos a una nueva imagen en el ciclo de la luna. Nos movemos con todo eso,  todo eso nos revoluciona. Mal puedo pronosticar ni estimar cómo seré en una semana, en un mes, cómo habrá cambiado lo que siento y mis prioridades. La de hoy, por ejemplo, es aferrarme al presente como una garantía de seguridad y disfrutar simplemente el viaje, más allá de ese "dónde" al que me aorilla el camino:  silbar con las nubes, sacar el paraguas si me es necesario, lamentar lo que deba lamentar y reír con o sin motivos. 



Vivir en gerundio con lo que soy en este momento. Sin las cadenas de lo que fui ni la inquietud de lo que seré, o será.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ofrenda

Reflejo

Sunset