Indescifrable

Es así de irónica la vida. O así de compleja la ciencia, y de imperfectible todo lo que tenga que ver con los humanos. Que justo cuando el mundo se revoluciona (en la mejor acepción de la palabra, no válida para venezolanos que sufren la mentira de una que se pintó como tal) Que justo cuando celebran los físicos que décadas de física de partículas y experimentaciones sin puerto seguro llevaron a acercarse un poco más a la comprensión del Universo, entonces todo eso y tú te presentas indescifrable e incomprensible como el Bosson de los 60.

Sólo que a ti no te puedo meter en un colisionador de hadrones para precisarte. No puedo rastrearte las huellas, o mejor dicho, puedo hacerlo, pero al precio de mi sensatez, mi seguridad y de una tranquilidad relativa y recién conquistada. Hubo bossones que también se perdieron después de dejarme sus huellas inexactas, y todo ha sucedido también en la cercanía.

 Tecleo con mis uñas fucsia que seguramente admirarías y besarías con la mirada,  y veo pasar también con ellas todas estas conversaciones de encanto, los acercamientos y el dique que contiene una rienda suelta que esperamos, pero que también limitamos. Admito desde la franqueza del trasnocho que estoy desconcertada.

Leo todo eso, veo todo eso, pienso todo eso y mira. Son casi las 2:00 de la mañana y no consigo llegar a una resolución sobre el caso. Los científicos al menos saben que el coqueteo con el posible Bosson de Higgs tendrán que repetirlo unas veinte veces seguidas más, para corroborar o refutar su teoría y ponerle la guindita de "did it" al hallazgo de la partícula de Dios. Pero yo no tengo la más prostituta idea de lo que más me conviene: No sé cuántas veces más debo reproducir estos eventos para validar o echar por tierra mi teoría. Peor aún, no sé si me conviene reproducir estos eventos o retirarme y seguir avistando desde mi física  una mejor oportunidad para precisar otro bosson de higgs, que no se haga tan deliciosamente esquivo como para obnubilarme.

Estas son las preguntas que, desde la ciencia, no puedo lanzarle a Dios. Desde mi mente, algo me dice que huya por la derecha. Pero chito. Habla el corazón y así sea para mandarlo a reposar otra vez más, me toca escucharlo.

A él también lo metería en un colisionador de hadrones...

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